Crianza Consciente: ¿Qué es? (Parte 2)

Como adelantaba en la primera parte, la crianza consciente es básicamente el movimiento que anima a los padres a prestar más atención al acto de educar y criar a sus hijos.
El mindfulness, del que hoy en día se habla mucho, se asemeja a la crianza consciente en que sólo por el hecho de prestar atención al momento presente, muchas cosas en nuestra vida pueden mejorar. Imaginemos que una situación: una madre se despierta y se encuentra con que su despertador no ha sonado y llega tarde al trabajo. Antes de ir al trabajo debe vestir a su hijo y darle el desayuno. El niño, al que también le ha costado madrugar, se resiste y patalea a la hora de vestirse ya que está en la edad de las rabietas. Su madre se encuentra estresada, no sólo porque la situación ya de por sí es estresante, sino porque las rabietas del niño no lo ponen nada fácil. A la hora del desayuno está bebiendo mientras camina y derrama la bebida y su madre finalmente explota: "¡eres un desastre!".
Esta situación que acabo de describir es muy indeseada por diversos motivos. Por un lado, para la madre, porque este brote de rabia fruto del estrés le hará sentir mal o culpable pronto. Para el niño tampoco existe ningún beneficio: la madre le está haciendo saber que está enfadada por cómo es el niño en general, es decir, es un desastre, lo cual hará al niño sentirse no querido y avergonzado por cómo es. Para educar y disciplinar a niños, son mucho más recomendables las frases que comunican cosas concretas, más que genéricas y negativas y negativas. Es decir, antes que decir "eres un desastre", la madre podría decir: "por la mañana quiero que te vistas solo" o "a la hora del desayuno hay que comer sentados", para así evitar futuras situaciones parecidas. Pasamos de una explicación genérica ("eres un desastre") a algo concreto sobre lo que el niño sí tiene el control (vestirse o sentarse a comer).
Atención momento a momento
¿Qué tiene que ver el ejemplo con la crianza consciente? Si la madre hubiera sido capaz de darse cuenta de su propio estrés, y de cómo la prisa por ir al trabajo estaba afectando a su manera de estar con su hijo, es probable que pudiera haber calmado sus propios nervios y hubiera reaccionado a la situación de una manera más proporcionada. La clave por tanto está en el autodescubrimiento y en el saber estar atentos a lo que ocurre tanto en nuestra mente y nuestro cuerpo, como en la mente del niño o bebé.
Se trata de disciplinar de manera proporcionada y positiva, y no castigar en exceso debido a un estrés acumulado. Los niños no tienen buena memoria acerca de cosas que han hecho hace mucho tiempo, por lo que no debemos castigarles por malos comportamientos acumulados a lo largo de la semana. Es más eficaz corregirles según actúen. Los padres deben estar atentos al momento presente y disciplinar según las necesidades que vayan ocurriendo, sin imponer ni sobrerreaccionar.
Beneficios para padres
Uno de los mayores beneficios de la crianza consciente es que busca rebajar expectativas y presiones en los padres. Demasiadas madres hoy en día se preocupan en exceso acerca de si lo que hacen está lo suficientemente bien. ¿Está comiendo bien mi hijo? ¿Estoy prestándole suficiente atención? ¿Debería leerle más? Por tanto, añadir más preocupaciones a este entramado sería absurdo ya que con ello sólo estaríamos estresando más a los padres.
Desde la crianza consciente entendemos que salvo que haya maldad o negligencia, la mayoría de los padres lo hacen lo mejor que pueden con los recursos que tienen. Dentro de estos recursos no sólo están los recursos económicos, sino por supuesto el tiempo y, en especial, la salud mental. Una persona que sufre problemas mentales o estrés estará mucho menos disponible que un padre que no.
Se insta por tanto a los padres a que hagan un repaso de sus propias necesidades. ¿Qué me está preocupando? ¿Qué necesito de mi pareja y de mis hijos?
Si los padres atienden a sus emociones, podrán aprender a localizar cuáles son sus desencadenantes y cómo estas emociones afectan a sus hijos. Volviendo al ejemplo anterior, una madre que ejerce autocuidados sabrá que las situaciones de falta de tiempo le tienden a estresar. También conoce su propio cuerpo y sabe cómo se acumula esa tensión y en qué momentos la descarga, por lo que podrá estar atenta y evitar así un estallido de rabia.
Beneficios para hijos
En el ejemplo de la madre que regañaba a su hijo en el desayuno se ve claramente cómo la crianza consciente puede ayudar a educar a los hijos también. Unos padres que tienen más capacidad para estar atentos podrán corregir mejor los malos comportamientos que unos padres que están siempre distraídos o excesivamente preocupados y ansiosos. No sólo corregirán más los malos comportamientos, sino que también podrán premiar mejor los comportamientos deseados.
Los niños, a la larga, tendrán un mejor comportamiento, y no porque estén buscando las recompensas o evitando el castigo, sino porque interiorizarán el buen comportamiento a través del 'feedback' de sus padres. Además, unos padres que responden rápidamente a sus necesidades porque están atentos aportan también una mayor sensación de seguridad. El niño se sentirá valorado, atendido y querido.
Beneficios para la relación padres-hijos
En dos palabras: mayor disfrute. Unos padres atentos al momento disfrutarán más de la crianza. Entenderán que las dificultades son parte de la vida y que es imposible evitar que los niños tengan problemas o rabietas. Así, podrán disfrutar hasta de los momentos que no son fáciles. Los hijos se sentirán más apegados a sus padres, y en general toda la dinámica familiar podría mejorar.
Algunos pasos para practicar la crianza consciente en tres claves: pasado, presente y futuro
Para comenzar a practicar una crianza y una educación más consciente, te doy una serie de preguntas que hacerte en tres claves: pasado, presente y futuro.
Pasado
Nuestro pasado influencia de manera directa nuestra manera de ser y de estar con los hijos. Lo malo es que rara vez somos conscientes de cómo afecta. Es por ello que debemos mirar hacia atrás. ¿Cómo fue tu educación? ¿Cómo te hubiera gustado que fuera tu educación? ¿Qué cosas aprendiste de pequeño acerca de la vida que repercuten en tu manera de estar con tu hijo? ¿Qué problemas de tu pasado hacen que ahora seas más inflexible, despreocupado, severo, estresado...? Hazte este tipo de preguntas de vez en cuando y verás como mejora tu autonocimiento y, por tanto, tu manera de estar en el presente.
Presente
La pregunta más importante aquí es: ¿qué padre me gustaría ser? Una vez lo tengas claro, pregúntate: ¿qué cosas me están impidiendo educar de esta manera? Intenta tener en cuenta sólo aquellos aspectos que puedes cambiar tú mismo. Puede que la presión que pones sobre ti mismo esté pasándote factura, o puede que tu estrés esté haciendo que no seas tan calmado como te gustaría ser. Una vez encuentres lo que te obstaculiza puedes comenzar a dar pasos para acercarte a ese ideal.
¿Qué situaciones te cuestan más? A veces el hecho de estar en público hace a algunos padres ser más severos con sus hijos. Puede ser que ciertas horas del día sean más difíciles. Es importante hacer un repaso y chequear con nosotros mismos constantemente. ¿Cómo me siento ahora? ¿Qué está ocupando mi cabeza o qué me está preocupando? ¿Cómo noto mi cuerpo? Prestando atención a lo que sucede en el momento presente y en los momentos de justo antes de disciplinar a un niño, podrás evitar situaciones indeseadas y reacciones desproporcionadas. Practicar mindfulness y atención plena en general es un buen hábito a mantener.
Futuro
De vez en cuando pregúntate: ¿Cómo veo a mi hijo dentro de unos años si continúo haciendo esto? Demasiadas veces hacemos cosas por evitar un malestar momentáneo que a la larga causa mayor sufrimiento. Por ejemplo, algunos padres se sienten muy culpables cuando regañan a sus hijos, pero es bien sabido que es necesario corregir los comportamientos para que en el futuro el niño pueda adaptarse mejor a las normas. Esos padres, por tanto, deberán hacer el ejercicio de mirar hacia el futuro y sacrificar un poco el presente, soportando el malestar que les causa esa culpa. Lo mismo puede ocurrir con un ejemplo opuesto: un padre o una madre que grita demasiado puede obtener momentáneamente la gratificación de soltar el estrés acumulado, pero en el futuro es posible que la relación padres e hijos se vea deteriorada por ello.
En este sentido, pregúntate: ¿qué cosas me resultan más difíciles de tolerar? ¿Qué puedo hacer para soportarlo mejor y garantizar una mejor educación de cara al futuro? Crianza consciente es ser capaces de hacer pequeños sacrificios y aprender a tolerar las sensaciones desgradables. Mirar más allá y pensar cosas como: "aunque me desagrada mucho sentirme así y siento una especial culpa, debo regañarle" o "aunque mi hijo esté causándome una gran vergüenza en público, debo aguantarlo y no gritarle".
Conclusiones
De todos estos momentos temporales, pasado, presente y futuro, sin duda el más importante es el presente. El presente es el único momento en el que podemos cambiar las cosas. Es lo único que nos dará las claves acerca de qué necesitan los niños. La crianza consciente es, por encima de todo, ser capaces de mantener esa atención al momento presente, tolerando tanto los aspectos buenos como los malos.
Lo cierto es que crianza está repleta de momentos difíciles, estresantes y desagradables. No podemos luchar contra estos momentos, pero sí podemos aprender a convivir mejor con aquellas situaciones que nos resultan más difíciles. Al fin y al cabo, también son parte de la experiencia.